EL LUGAR MÁS BONITO DEL MUNDO
De las partes más difíciles de la misión... los traslados.
La verdad, yo nunca había pasado por eso. Llevaba 6 meses en el área en que nací
en la misión lo que quiere decir que durante 4 traslados) 24 semanas, porque
cada traslado es un periodo de 6 semanas, recibí la llamada de que me quedaría
en el mismo lugar por un tiempo más. Eso hasta hace algunos días, que me
dijeron que iba a tener cambio de lugar y de compañera, y yo ya lo presentía...
porque ya me estaban saliendo raíces en este pedacito de Paraguay. Aunque todo
era posible, y estoy convencida de eso luego de que mi entrenadora se quedara
por 9 meses en Obligado, el lugar donde me enseno como ser una misionera. Tanto
tiempo estuvo aquí que ya hasta los que trabajaban en las heladerías nos conocían,
y eso que ni comíamos tanto helado. ) O sí.
La cosa es que cuando ya faltaba una semana más o menos para
recibir la llamada definitoria, que anunciaría si me iba o me quedaba, empecé a
prepararme mentalmente, y con prepararme mentalmente me refiero a comenzar a
estresarme por todo lo que quería hacer antes de irme. Y como me conozco mosco,
sabía que iba a olvidar muchas cosas, así que hice una lista de lo que quería
comer antes de partir, de quienes sí o sí tenía que despedirme, los lugares que
quería visitar por última vez y los cachureos que quizás nunca más encontraría
en otro lugar.
Después de hacer esas listas, ya más o menos estaba tranqui.
Iban a avisar los tenía un margen de
como 4 días para hacer todo, eso creía yo.
La primera llamada llego el jueves, pero no era para avisar
los cambios. Era para pedirnos que buscáramos alquiler en un pueblito cerca de aquí
donde se abrió una congregación hace como un mes. Mi compañera y yo habíamos
estado trabajando en ese pueblito, yendo y viniendo de las dos áreas, pero
cuando empezamos a buscar alquiler asumimos que ahora el pueblito tendría
misioneros propios. No sabíamos si íbamos a ser nosotras, o si iban a venir
otros, solo fue una llamada en falso que aumento la ansiedad.
La segunda llamada vino el viernes, y luego de dimes y
diretes, supimos que yo salía como hermana líder de mi zona y me iba como
entrenadora a otra zona, como a 4 horas de Obligado. Yo pensé que era broma,
pero después de unos minutos asumí que era el momento de partir de mi querido
Obligado y de mi querido pueblito de Trinidad. Y muerta de miedo por el desafío
de una compañera nuevita en la misión, empecé a intentar llevar a cabo el plan
pensado hace algunos días, y para eso tenía varias listas de acción, así que se
supone que nada podía salir mal.
Todo bien, hasta el colapso, que siempre llega en algún
momento de mi vida. Y así paso, cuando el domingo nos llamaron para avisarnos
que tendría que viajar el lunes... y no el miércoles como yo había pensado. Mi
lista ahora era menos útil que mi dieta de una semana, y tuve que buscar nuevas
soluciones, y aquí les cuento como lo logre, mucha atención, y no lo intenten
en casa.
Primero, estuve comiendo saludable todo el traslado, bueno,
casi todo el traslado. Y ese casi fue prácticamente una semana antes de los
cambios, que comí mis cosas favoritas de por allí en caso de que en otro lado
no fueran tan buenas. Mi lema siempre es si voy a salirme de la dieta, voy a
salirme con ganas, con las consecuencias incluidas de dormir en el baño. Así
que aplicando ese lema comí lomitos árabes, helados de acai, alfajores y un
sandwich del porte de una pelota de futbol americano. Si hay algo que no puede
esperar, es la comida, así que menos mal yo ya había comido todo eso antes del
domingo, y tenía la grasa ya en mis venas para cuando redujeron mi tiempo de margen
para viajar.
Lo segundo, las personas que si o si tenía que despedirme. Y
para esto, las cartas siempre son mi buen aliado, porque no ocupan tanto tiempo
y porque son presenciales sin la necesidad de serlo. Así que un montoncito de
cartas más muchas cosas que no cabían en mis molestas fueron la manera más
efectiva de despedirme de aquellas personas especiales como quienes enseñe,
quienes se hicieron miembros de la iglesia y los más importantes, mis niños
porque mi corazón de educadora me sigue a todas partes y porque conocí muchos niños
que me enseñaron cosas maravillosas, los que son felices con pequeños
detalles... por lo que no fue difícil dejar pedacitos de felicidad para ellos, además,
mi familia había mandado un paquete con muchas cositas que sirvieron de
muestras de amor.
Lo tercero, los lugares que quería visitar. Y aunque todos
imaginen que con esto me refiero a lugares turísticos... los lugares más
significativos se hallaban en el pequeño pueblito de trinidad, con las familias
que nos habían enseñado a comer comidas paraguayas, con las que habíamos
aprendido a matar gallinas, y me incluyo de puro valde, porque estaba como 3
metros lejos mientras los elderes la mataban y yo suspiraba por la pobre
gallinita. Pero allí, en ese lugar, pase mi último domingo, el lugar más bonito
del mundo, y cito un libro que leí cuando era pequeña allí donde hay alguien
que te quiere y que tu también quieres, ese es el lugar más bonito del mundo¨.
Cuan agradecida estoy por las familias de ese pueblito, no fue difícil saber
que esas calles eran las ultimas que quería recorrer en mis últimas horas por allí.
Y cuarto, y último, los cachureos que quizás no encontraría
en otro lugar. Lo más difícil que se me hizo encontrar allí en esos 6 meses en
obligado fue palta, la riqueza de la vida. Llegue allí en septiembre, pero fue recién
en diciembre que yo pude comerme un buen completo, porque antes en ningún lugar
conseguí el preciado aguacate paraguayo. Aunque hice sopaipillas, nada saciaba
mi corazón, hasta que los asistentes que estaban en nuestra área viajaron a
ciudad del este, más cerca de la frontera brasilera, y de allá trajeron paltas
con las que les ensene a comer completos el 24 de diciembre. Tiempo después,
con mi compañera encontramos un árbol de aguacate que estaba camino a nuestra
casa, las paltas se caían del árbol y quedaban en la calle botadas, era un
tesoro no descubierto por la comunidad, y a menudo recogíamos las patitas
huachitas sin hogar y las llevábamos a nuestra pensión, para no dejarlas allí abandonadas,
como acto de profunda caridad. Ese no era ningún cachureo, y eso era algo que
yo tenía que llevarme de Obligado así que recogimos sus buenas paltas y
organizamos hacer completos con las otras misioneras de la zona para ese último
lunes antes de partir a mi nueva área.
Y así, sin listas ni nada, comí lo que tenía que comer, me despedí
de quien me tenía que despedir, visite los lugares que tenía que visitar y
rescate los cachureos invaluables de mi primer hogar en Paraguay. Lo hice todo
en un par de días, y lo hice sin morir. Casi ni dormí las últimas dos noches,
me re piche porque no pude comer los completos el ultimo lunes, pero esas son
otras historias, que dejare para otro día, con la intención de no alargar más
el verso.
Ahora comienza la aventura en mi nueva área san Ignacio, y
vamos a ver cuánto tiempo Dios me requiere en este nuevo lugar de su viña. Atrás
quedan mis 4 traslados, mis 7 conversos, mis 2 compañeras gringas y mis muchos
amigos de Obligado y Trinidad. Casi no hubo espacio para la ropa, pero vamos
adelante, llevo el corazón en la maleta (como dijo luis fonsi.)
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