CON GANAS DE SUSPIRAR PROFUNDO
Cuando tuve la idea de empezar a escribir públicamente, a la primera que se lo dije fue la Gaby, ella es la que supervisa todas mis imprudentes decisiones, es mi compañera de U, en otra ocasión les hablaré más de ella. Me dijo que era súper buena idea (es muy sincera, así que esta no es siempre su respuesta) y me expresó sin anestesia que lo primero de lo que tenía que escribir era de las decepciones amorosas, sus palabras detrás de eso fueron “tú sí que sabes de eso”. Como yo soy muy obstinada y no acepto siempre las sugerencias, pensé que esa no era buena idea para un primer tema, por lo tanto escogí algo más centrado, que no de tanta risa como mi vida amorosa, ni tanta pena como recordar que perdí la tarjeta de memoria con todas las fotos de las vacaciones (inserte emoticón llorando).
Así que les hablaré de mi tema favorito en la vida, aunque a veces me mata la existencia, la comida. Esto a raíz de que ayer entré a la Universidad y recordé porqué subí 15 kilos en dos meses el semestre pasado, es que soy de esas personas que suspira y sube de peso, pero son de esos suspiros bien profundos, con varios completos entre medio. Aunque caí en cuenta que en verdad no es solo culpa mía y de mis suspiros, tampoco es culpa de Bachelet (o si), pero es que la verdadera culpa la tienen los entornos universitarios en nuestro país, que verdaderamente están hechos como para que uno suba 15 kilos en dos meses.
Resulta que en las calles que rodean la pequeña facultad de Educación de la Udp, hay miles de opciones para comer, desde suculentas sopaipillas con mostaza (y con suculentas me refiero a freídas en aceite de tres meses), hasta el más fino sushi comprado con junaeb (el que te hace gastar el saldo de la semana en un solo día). Puedes encontrar literalmente de todo, comida de la que te imagines; sopa en verano, pastel de choclo en invierno, completos del porte de tus hombros, pero jamás comida que tenga más de un ingrediente verde. Lo más difícil de encontrar es comida saludable, hasta el menú “casero” tiene la cantidad de carbohidratos equivalentes a un churrasco (gran comida). No es que yo sea experta en nutrición o algo así, pero tengo claro que un plato lleno de fideos todos los días no nos lleva a ningún objetivo bueno, a menos que el objetivo sea engordar 15 kilos en dos meses (gran hazaña la mía, no la olvidaré).
Pareciera que la comida saludable está extinta o te multaran por venderla, porque es súper difícil de conseguir y no le hace para nada competencia a las pizzas del local de dudosa higiene que hay alado del Barcelona. Así que obvio es más atractivo comer cualquier almuerzo barato que no exige gastar mucho tiempo en caminar, ya que tenemos limitados minutos de almuerzo, a buscar un lugar donde comer algo de ensalada, donde el tomate es lo más novedoso que encontraríamos, si es tu día de suerte.
Es por eso que ayer con la Gaby preferimos ir a su casa a almorzar, no es como que alcanzáramos a ir y volver en 60 minutos, lo que pasa es que teníamos la próxima clase a las 6:30 (horario pésimo que tiene una muy buena explicación). No era nuestra intención ser tan fomes, en verdad teníamos toda la intención (si claro) de comer como Universitarias en nuestro primer día de quinto semestre, pero el contexto y el mundo se opusieron, los planetas se alinearon (y yo si se de eso), para que no pudiéramos comer nada saludable hoy cerca de nuestro querida Institución Universitaria (grande Udp). Así que caminamos al metro como buenas alumnas clase media y en eso me enteré que mi compañera saludable tenía planes para almorzar, como siempre yo los arruiné, como siempre me di cuenta demasiado tarde, pero esa es otra historia. Aunque valía la pena arruinar todo para comer comida decente, ya que lo que teníamos cerca para comer en verdad era lo típico de todo entorno Universitario en Chile, tan típico que podría hacerles una lista y coincidiría con muchos entornos, si no me creen, comprueben ustedes mismos.
Completos a 500 de Gorbea
Son completos gigantes con mayo casera y acompañados de un vaso de bebida, por solo 500 pesos (en mis tiempos, quizás subieron). Totalmente barateli, por eso son el boom universitarios si de embutido italiano se trata, no hay estudiante entre República y Parque O’higgins que no haya probado los completos de Gorbea. Yo solo he comido una vez, llevada por un amigo que estudiaba en la Andrés Bello de República (era un gran sujeto amante de la comida chatarra), pero no fue una buena experiencia; fila demasiado larga para escasos minutos de colación, vaso de bebida perdido para alguien que no toma como yo, además que no me enloquece la idea de comer completos sentada en un pasto que es más tierra que pasto, pero no juzgo a aquellos que disfrutan ese acogedor almuerzo.
Fajitas misteriosas en Happy food
Le puedes poner lo que sea a tu fajita, lo que se te ocurra, lo que estés antojada de comer hoy, y para rematar, tienen variedades de mayo novedosas a tu disposición. ¿El defecto? Dice la leyenda que depende de los astros si te intoxicas o no, yo creo que todo el que ha comido ahí ha pasado por eso en su vida, es una experiencia casi religiosa. A mí me pasó una vez, pero es un placer culpable, no importa correr el riesgo, no importan los 15 kilos, no importan los tres días de fiebre y vómito, uno vuelve siempre por más.
Arroz donde los Chinos Pesaos
Aparte de que los que atienden son unos chinos pesados no hay mucha información al respecto. La fila es eterna y las veces que he escogido comer arroz y compañía (porque no hay nada que no tenga arroz), he pasado todos los minutos almuerzo esperando y he tenido que comer en medio de clases (así de roteque). Cuando se antoja, se antoja, pero no es de mis calorías favoritas.
Comida recalentada del Barcelona
Es como la combinación entre comida chatarra pero de casa, las papas fritas grandes, el pan frica menos artificial, el pollo asado menos seco. Aun así, si es tu día de suerte te sientes comiendo como recién salido del horno, porque si fuiste unos de los días que fui yo, terminaste comiendo unas papas añejas, arroz re re re re cocido, sushi de chicle o salsa de tomate misteriosa. O tengo muy mala suerte o el Barcelona no pierde jamás la comida, sospechoso.
Masas del Casino
Esto es lo más cercano a casero que hay en la universidad. Todos los días hay varias opciones de menú, que van rotando y que son bien distintos, pero siempre son masas y más masas, sin excepción. Lo más rico son unos budines que hacen en algunas gloriosas ocasiones, pero por muy ricos que sean a estos también les ponen masas, incluso le ponen masas a los postres, innovando en postres que yo ni sabía que podían llevar masa. Nunca sabes qué tantos carbohidratos puede tener tu comida casera hasta que comes en el casino de psicología y educación de la Udp.
Fideos de la tía
Esto es lo máximo. Una tía que se pone con un carrito de supermercado justo afuera de la entrada de Psicología. Ahí está todos los días con sus envases de plumavit ofreciendo fideos con salsa Alfredo, con boloñesa, con pesto, con champiñones y unas cuantas opciones más. Puedes comer uno solo o mezclados, la gracia es que son tan contundentes que si no comes desde anoche te logras comer el plato entero, si no, la mitad se va a la basura, un real desperdicio, porque es una delicia de calorías por solo 1500 pesos.
Sushi abc1 v/s Sushi jote
Como quiera, como esté su bolsillo. El sushi abc1 es en un local y te puedes dar el lujo solo los primeros días del mes, a menos que quieras derrochar tus pesitos miserables de universitario por un buen paladar. La otra opción es más alcanzable, un par de jotecillos simpáticos que se ponen afuera de la entrada de Educación, el sushi no lo escoges de una carta pero es rico, cerca, alto en calorías y además de seguro te llevas un piropo gratis con tal que les compres, aunque ni te hayas lavado la cara, no hay donde perderse.
Luego de analizar este recorrido, pienso que estuvo por ahí nomás en lo saludable lo que comimos con la Gaby, pero sabíamos exactamente su procedencia y pasó por las cariñosas manos de la mami de mi amiga antes de ser consumido. Al final de todo, tristemente no tenemos ventana de 5 horas todos los días, así que tenemos que acostumbrarnos a escoger entre todas esas exquisiteces calóricas mencionadas, una pena comer puros churrascos, una verdadera desgracia. La comida rica pero peligrosa es la culpable de mis 15 kilos, el entorno es el culpable de que esa comida sea parte de mis suspiros profundos (de los que tengo muchas ganas), pero son cosas que pasan en la vida Universitaria que creo no podemos cambiar (inserte emoticón babeando). Igual uno disfruta las papas fritas en esos momentos después de la prueba para celebrar el azul, o los completos del porte de los hombros para pasar las penas por el rojo. Exacto, por eso subí 15 kilos, me declaro la mayor culpable.
Como esperanza a aquellos nuevos estudiantes Universitarios, les digo que siempre se puede ser saludable con esfuerzo, pero vale la pena darse unos pequeños placeres y no aguantar la tentación. Aprovecho de mencionar mi odio profundo a aquellos que disfrutan el placer de la comida sin engordar, ellos no merecen nada en este mundo, ya tienen el mayor de todos mis deseos concedido. A pesar de que ese deseo no está concedido para mí, ya estoy camino a mi final feliz de rehabilitación, de los 15 kilos ganados ya he perdido unos cuantos (falta poco) y he parado de comer galletas entre clases, aunque las galletas son otro asunto, para largo, como para otro día, de eso no estoy tan rehabilitada.
Aquí una foto de mis 15 kilos ganados y de unos cuantos kilos perdidos. El mundo tiene esperanza aun en la humanidad, aunque la Gaby dice que le pongo color, y algunos dicen que me doy color, pero ese es otro tema.
POR ÚLTIMO, CUANDO SE VEAN TENTADOS Y TENGAN LA COMIDA CHATARRA FRENTE PIENSEN EN ESTE TEMÓN:
SEGURO NO LES CONVIENE, AUNQUE SE LA QUIERAN COMER.
S A L U 2
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